10 de marzo de 2014

Cartas...

Cuando no existía el beepper, el celular, los email, messenger, el Hi5, Facebook, blogs, Skype, Whatsapp, Line, y todo lo demás, había algo que se llamaba correo tradicional y, algo más importante aun y por muchos desconocido, la paciencia.

Tenía yo entre 14 y 15 años y ya recibía las cartas de amor más bellas escritas sobre la faz de la tierra.... O por lo menos eso pensaba yo. Una niña engreída, protegida, que vivía en una burbuja, intocable. Él llevaba por nombre Hamed y era cadete de la Escuela Naval. El sistema era el siguiente: yo le escribía una carta a la ESNA en el Callao, que llegaba en 7 días, aún con el perfume de rosas que cuidadosamente le ponía, y él me respondía en el acto... recibiendo yo una misiva 15 días después.
Mientras tanto, yo estudiaba en el segundo año de secundaria. Entre libros, cartas y una ilusión a cuestas, ponía en práctica una de las virtudes que no me caracterizan, la paciencia. Finalmente, las cartas cesaron, él terminó conmigo y nunca más ningún novio se tomó el tiempo de coger un papel y un lapicero para escribirme una sola linea.

Ahora, con tanta modernidad, podemos saber el mismo instante en el que alguien lee un mensaje, un email, un inbox. La poca paciencia nos hace carburar las peores hipótesis sobre el por qué una persona no quiere respondernos.... Tal vez no puede porque no puede... Pero solemos pensar lo peor: No le interesa - No me quiere - Está con alguien - Está maquinando una mentira - Soy la otra - blah blah blah....

Si pues, a veces lo que carburamos no está tan lejos de la realidad... A veces sí.

En los 4 años que estoy sola, la paciencia no es una virtud que haya desarrollado. Acostumbrada a estar sola, a hacer mis cosas en el momento que lo deseaba, a pagar por mis gustos y pequeños lujos, me es difícil ser paciente con un hombre. Sé que está mal, muy mal y trabajo en ello.

Mi poca paciencia me llevó a perder al hombre perfecto. Sí pues, finalmente llega y ZAZ!
No sé si volveré a verlo. Ya en estos tiempos una carta no subsana el error, no es valorada como antaño, no tiene validez, no sirve de nada.
Mi pequeño griego, tiene mi pensamiento, mi corazón y mi devoción por ser mejor cada día. Él lo sabe, pero hay circunstancias más fuertes que debemos resolver.
Aquí es donde pongo a prueba mi fucking paciencia, no?... Esperar. Porque las cosas no siempre son como yo quiero que sean... Porque nada últimamente es como yo quiero que sea. Porque tengo que aprender a suturar mi corazón de los desgarros de la vida y volver a ponerlo en su lugar, no para que lo vuelvan a dañar, sino para hacerlo más fuerte.

No sé cuándo volveré a escribir una carta... No sé si sea apreciado el hecho de buscar un papel y usar mi siempre valorada pluma fuente... No lo sé. Me quedo con el sinsabor de haberse perdido lo mejor de nosotros plasmado en un papel...

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