Tengo pocos amigos, pero tengo la suerte de que esos pocos sean los mejores... Sin embargo, aún si tuviese un sólo amigo estaría inmensamente agradecida. Los amigos son tesoros invaluables, son eternos y son como ángeles.
He aprendido en los últimos días una lección importante, que me la enseñó mi amiga Rosa: el no responder a la ofensa te hace más grande... El no responder al agravio te eleva sobre los demás... Si me lo hubiese dicho otra persona quizá no le habría dado oídos, pero Rosa no se equivocó.
Esta semana pasé por un momento que me hizo detener en la acera, en estado casi catatónico. Si no fuera por mis amigos, ángeles, cómplices, medio psiquiatras, medio locos, si no fuera por sus consejos, sus bromas, sus palabras de cariño, aliento y, algunas veces, de reprimenda, la verdad que no habría salido viva (emocionalmente) de esta última.
Mariela, con su forma tan peculiar (pero real) de ver la vida, creo que es una mujer admirable. Claudia, tan lejos y a la vez tan cerca, como dentro de mi corazón, como dándome la voz. Y Rosa, qué puedo decir? ha sido un año difícil y ella ha estado conmigo en todo momento. Son tres mujeres maravillosas, admirables, encantadoras y con tantas ganas de vivir!!!! Las adoro!!!
Sé que la semana no se vislumbra radiante y debo prepararme para eso. Pero también tengo fé en mi. Sé que no caeré nuevamente, sé que soy mejor y diferente y sé que, gracias a mis amigos, el daño no puede tocarme porque ellos están conmigo!!!
Gracias chicos!
(A ellas y a David y Juanjo, por la noche increíble y las palabras escondidas de aliento y felicidad!)
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