11 de abril de 2012

Recordando...

Cuando le dije que no podía estar con él, pero que sí podía ser su amiga, él se rió en mi cara.... Y me dijo "tú te vas a comer tus palabras"... Ese fue el primer día de 205 días que estuve a su lado de sol a sombra...
Él me miraba con asombro y con ternura. Recuerdo mucho la vez que trataba de explicarme en qué consistía su trabajo. Yo había aceptado su amistad sin saber quién era, qué hacía para vivir, ni quienes eran su familia. Lo miraba a los ojos con tanta alegría que no me interesaba saber ni cuánto dinero traía en el bolsillo.
Así fue como me relató lo que hacía en su último empleo. Sus actividades incluían destruir, aniquilar, despojar... matar (Así es como ahora me encuentro con uno que los viste, otro que los mata y otro que los embalsama! jajajaajajaj). Recuerdo claramente que esa tarde me llevó a su departamento y me mostró sus uniformes, insignias, credenciales y todo cuanto pudiera identificarlo. Me sentó en el borde de su cama, cogió mis manos y me dijo "Estás tú segura que quieres seguir con esto?" y yo le respondí "me vas a matar a mi?"... Él empezó a reír de tal forma que no pude evitar reír también a carcajadas. Esa tarde caminamos mucho por el malecón... Yo adoraba su acento boricua... Y con ese mismo acento él prometió cuidar de mi, protegerme y velar por mi familia todo el tiempo que fuera necesario... Y fue la primera vez que le oí decir "Yo a ti nunca te dejo"... Y fue la primera vez que me vio llorar...
No se sorprendería de verme llorar ahora mismo. No me sorprendería que, sin preguntar, extendiera sus brazos para estrecharme fuerte contra él. Tenía el abrazo perfecto, el beso más dulce y las manos más seguras. Tratar de encontrar a alguien con esas características ya es bastante difícil... Es como haber construido una valla demasiado alta que ningún otro hombre podrá alcanzar y menos cruzar.
Las demás tardes fueron igual de lindas... Caminatas por el malecón, conversaciones interminables... Su presencia lo llenaba todo. Yo no tenía necesidad de ver al lado, ni si quiera de tener los ojos abiertos, porque sabía que él estaría allí... siempre.
Después de dos años, creí que la historia se repetía... pero nada más alejado de la realidad que eso... Su mirada no es la misma... No puedo tocar sus manos... Temo darle un beso... Me aterra abrazarlo... Es que se parece tanto, pero no es él. Y si se acerca a darme un beso, yo soy una bolsa de espanto... que trato de disimular conversando con la misma coherencia con la que lo haría un caracol!... No puedo disimular miedo... No puedo disimular tristeza... Y no logro explicar la sensación de querer acercarme y sentir una pared de concreto que nos separa, aún estando a 1 centímetro de distancia...
Mi corazón nunca más será de quien estuvo en mi pasado... Aunque lo haya adorado con el alma... Pero eso me enseñó a saber cómo es que quiero que me hable un hombre, cómo es que quiero que me trate, qué es lo que quiero ver en sus ojos al mirarlo... Qué es lo que quiero sentir al oírlo... 
No puedo negar que si hay algo que me derrite en un hombre, es que sea culto, educado, instruido y que no tenga faltas ortográficas jajajaajajaj. Aunque a este último le he perdonado eso, no sé si por su belleza exterior, o por su trato amable... Debe ser por la belleza jajajaaj sin duda alguna! Y bueno, porque es simpático conmigo... Le he concedido el indulto a su ortografía devastada! 
Mi guerrero, al final de la historia, se va a pelear sus propias guerras... Rompió su promesa que juró tantas veces... Dio la espalda sin verme llorar más... Y se apartó de mi camino, entre un relato de amor y fantasía, dejándome con una historia a cuestas, a la que aún temo dar el epílogo que corresponde.
El sacerdote, con alas de metal, el que tiene el mundo en sus manos, ese... Me cuesta robarle una sonrisa,  lastimo mis manos queriendo abrir sus puertas... Destruyo mi corazón queriendo estar en su vida, aún como amiga. 
En dónde está la mano que calza con la mía?, en dónde el abrazo?... En dónde estas?... Me queda la sensación de una promesa en el aire, escrita con sal, escrita en la piel... Yo nunca te dejo...





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