4 de septiembre de 2016

Dejar... No dejar...

Hace muchas lunas llevo pensando que el peor error de esta vida es dejar de hacer lo que a uno le hace ser. Dejar de pintar, dejar de bailar, dejar de cantar, dejar de escribir...
He visto cómo, tras la pérdida de mi madre, mi hermana dejó de cantar. Esa voz prodigiosa que desde la panza nació impostada nunca más le ha cantado a un público.... Ella apenas se contenta con una sesión secreta de karaoke en la que aplauden su talento tres gatos y dos perros.
Mi padre dejó de trabajar y con eso involucionan a la velocidad del rayo.
Los únicos que hacen lo suyo son mi sobrina y mi hijo. Ella toca la flauta y el metalófono como los Ángeles. Sólo puedo escuchar dulzura de esas manitos. Y mi hijo se dedicó al piano con tal delirio, que cada vez que lo escucho siento que mi alma flota una vez más.
Y yo? Yo dejé de escribir... Dejé de hacer todo eso que me hace ser. Cro que por eso, aunque haga lo que haga, siento un gran vacío. Y créanme, hago de todo en esta vida, y ya estoy cansándome.
No quiero dejar esta vida con esa sensación de
disgusto, con la sensación de vacío emocional, con la
 sensación de haber dejado lo único que puedo dar desde el fondo de mi, escribir.